ANTE LA MUERTE…
Cuando era niña, recuerdo que, por las noches, al pensar que mis padres se podían morir, me ponía a llorar. Sentía que era algo que no iba a ser capaz de soportar. Hasta los 18 años, no vi a ninguna persona muerta. Mi sensación a lo largo de los años, es que la muerte nos hace a todos iguales, hasta en los rasgos. Ahora estoy en una edad, en que las personas cercanas, se van yendo y siento que mi despedida es más inminente. Es ley de vida. Hace días despedíamos a una compañera de talleres y amiga. Ella, profundamente cristiana, me ayudó a confirmar lo que por mi fe creo. Que la muerte no tiene la última palabra. Que, tras dejar este mundo, no andamos perdidos, sino que seguimos viviendo de otra manera. Muchas veces me pregunto ¿por qué me desconcierta tanto la muerte, sobre todo de mis seres queridos? Y es que, aunque sé que la persona ha cumplido su misión, y le toca descansar, sin embargo, alrededor d